FICUNAM 10 dedica una retrospectiva a Jacques Tourneur
De los cortometrajes fantásticos de Segundo de Chomón a las grotescas criaturas de Wes Craven, el cine de horror ha expresado nuestra fascinación con lo explícito. Si los monstruos se aparecen en nuestros sueños, ¿por qué no en la pantalla del cine, que hace de lo imaginado una materia? Sin embargo, lo que en cineastas brillantes ha sido una noble intención de recrear nuestras pesadillas, en muchos más refleja la pereza de espantar por dinero. En ese sentido, Jacques Tourneur fue un visionario y un subversivo. No es que sus películas —la vasta mayoría de ellas realizadas en Hollywood— no quisieran recaudar grandes sumas, sino que su director se negó constantemente a seguir las normas de lo evidente. Su cine nos manipula, nos emociona y nos engaña, pero no mediante las apariciones convencionales de fantasmas y vampiros, sino a partir de las tenues sugerencias de las sombras.
En una entrevista para la televisión francesa en 1979, Tourneur abordó su rechazo a representar la realidad. La gente requiere magia, explica, pero su filmografía, misteriosa y diversa en sus expresiones de lo incomprensible, nos la da en imágenes sutiles, poéticas. Los monstruos no tienen muchas apariciones, si acaso hay alguna, y las películas los invocan como símbolos de pasiones mundanas, que es donde se centran los conflictos de Tourneur. Una muchacha se transformará en un malévolo felino si tiene contacto erótico en Cat People (1942), y en I Walked With a Zombie (1943) una muerta en vida sugiere un conflicto de pareja en una isla donde aún existe la esclavitud. Lo paranormal, en un plano metafórico, deriva de nuestro mundo y lo refleja. Quizá por eso Tourneur enfureció cuando el productor Hal E. Chester decidió introducir imágenes explícitas de un diablo asesino en Night of the Demon (1957). La filmografía anterior de Tourneur prefería las interrupciones de la luz en forma de panteras y otras bestias para emocionar al público con una poética de lo invisible. Tourneur atribuye su estilo a su asociación con el productor Val Lewton, de quien dice en la entrevista ya mencionada: “Él me dio un sentido de la poesía que yo simplemente no tengo”.
Tal como lo describe Tourneur, Lewton fue un idealista. Además de producir películas había hecho poesía, novelas y pornografía. Fue él quien sugirió basar la estructura de I Walked With a Zombie en Jane Eyre, de la romántica Charlotte Brontë, sin embargo fue Tourneur quien supo comunicar las ideas de Lewton con claroscuros en ese filme y sus otras dos colaboraciones: Cat People y The Leopard Man (1943). Aunque RKO Pictures quería películas de horror convencionales que generaran grandes ganancias, el equipo Lewton-Tourneur hizo siempre lo que quiso y así logró el éxito que cimentó la carrera de ambos.
Sus tres películas juntos son ya clásicas, pero The Leopard Man es menos comentada aunque, a mi gusto, es la más compleja. Narrativamente resulta fascinante porque pasa casi todo su tiempo humanizando a tres hermosas mujeres mexicoestadounidenses, víctimas de un leopardo que se escapa durante una maniobra publicitaria de una vedette y su ambicioso mánager. Sutilmente, la película nos habla del racismo en una comunidad diversa y termina tratándose de una de las primeras —y certeras— indagaciones cinematográficas sobre el fenómeno de los asesinos seriales.
Este choque con “los otros” sería fundamental en toda la obra de Tourneur, un inmigrante francés. Las tres películas que hizo con Lewton abordan la relación de los estadounidenses con otras culturas y, aunque siempre triunfan ellos —ni cómo escapar al nacionalismo exigido por audiencias y productores—, la imagen que dan es la de ingenuos opresores que atraen la destrucción con su optimismo y su fanatismo patriotero. Berlin Express (1947) pareciera ofrecer lo contrario en la historia de un grupo internacional de diplomáticos, espías y militares que deben resolver un misterioso atentado, sin embargo los estadounidenses no triunfan solos sino gracias a la ayuda indispensable de sus aliados, incluido un antipático teniente ruso. Jean-Luc Godard usa una imagen del filme en Le livre d’image (2018), ligada a un montaje de trenes que representa el Holocausto, pero el fragmento de Berlin Express nos habla de los representantes de los grandes poderes que controlan el mundo. ¿Estará ligado con las imágenes posteriores de la opresión y rebelión en Oriente Medio, donde intervienen esas mismas fuerzas? Godard es ambiguo pero nos invita a reinterpretar las imágenes de Tourneur.
Si las películas anteriores abordan la diversidad cultural y sugieren la formal, Out of the Past (1947) confirma esta última. En mi opinión es el filme más hermoso de Tourneur, con su impecable poesía noir en el diálogo y su metáfora de la obsesión amorosa como un hoyo negro hecho de tiempo y desilusión. En esta película, el misterio es un hombre que se narra a sí mismo en camino a reencontrarse con el pasado, y en ello es un émulo de nosotros mismos. Los otros, nosotros: el misterio en el cine de Jacques Tourneur es una expresión vital de nuestras dudas y un buen rato de suspenso.
Películas en la retrospectiva
- They All Come Out (Estados Unidos, 1939, 70 min)
- Cat People (Estados Unidos, 1942, 72 min)
- I Walked With a Zombie (Estados Unidos, 1943, 68 min)
- The Leopard Man (Estados Unidos, 1943, 65 min)
- Canyon Passage (Estados Unidos, 1946, 92 min)
- Out of the Past (Estados Unidos, 1947, 96 min)
- Berlin Express (Estados Unidos, 1948, 86 min)
- Stars in My Crown (Estados Unidos, 1950, 89 min)
- Anne of the Indies (Estados Unidos, 1951, 81 min)
- Way of a Gaucho (Estados Unidos, 1952, 91 min)
- Night of the Demon (Reino Unido, 1957, 95 min)